La regulación ambiental y de eficiencia energética en el sector automotriz se ha convertido en una pieza fundamental para el crecimiento económico y sostenible de los países. En el caso de México, la Norma Oficial Mexicana NOM-163-SEMARNAT-SCFI-2023, mejor conocida como la NOM 163 Fase 2, está en el centro de la discusión.
Esta norma, que aplica a vehículos ligeros de hasta 3857 kg para los modelos 2025-2027, busca elevar los estándares de eficiencia energética con el fin de reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y encaminar al país hacia la movilidad limpia. No obstante, diversos actores del sector industrial y organismos especializados, como el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés), señalan que el alcance de esta regulación aún está limitado por ciertos elementos de flexibilidad que podrían estar obstaculizando su pleno potencial.
En palabras de Leticia Pineda, Líder Regional para México y Canadá del ICCT, “si bien la NOM 163 ha sido un paso importante hacia un transporte más sostenible, las flexibilidades actuales limitan su pleno potencial y efectividad”. Esta afirmación, contenida en el más reciente reporte de la organización, pone sobre la mesa un debate de gran relevancia para los tomadores de decisiones y líderes de negocios del sector automotriz, quienes buscan un marco regulatorio que no solo cumpla con las metas ambientales, sino que también ofrezca certidumbre y un entorno de competitividad que incentive la inversión en tecnologías limpias.
Un breve contexto de la NOM 163
La NOM 163 no es nueva en la industria mexicana. Su primera versión entró en vigor en 2013, y su objetivo principal fue regular la eficiencia energética de vehículos ligeros comercializados en México, estableciendo límites de consumo de combustible para reducir las emisiones de GEI. Ante la necesidad de alinearse con los compromisos internacionales en materia climática y de mejorar la calidad del aire, la norma fue actualizada. Así nació la Fase 2, con vigencia para modelos del 2025 al 2027.
A diferencia de la primera versión, la NOM 163 Fase 2 incluye mecanismos de flexibilidad y créditos de cumplimiento que buscan fomentar la adopción de vehículos eléctricos (híbridos e híbridos enchufables) y tecnologías avanzadas de motores de combustión interna. Esto se traduce en incentivos para que las armadoras ofrezcan más opciones de unidades de bajas emisiones, lo que en teoría generaría un crecimiento del mercado de vehículos limpios y permitiría a México acercarse a sus objetivos de reducir las emisiones de carbono y otros contaminantes.
Flexibilidades: ¿incentivos o debilidad estructural?
Según el reporte del ICCT, los créditos y flexibilidades pueden ser un arma de doble filo. Por un lado, promueven la inclusión de tecnologías cero emisiones y la innovación tecnológica al hacer más atractiva la producción y comercialización de vehículos eléctricos. Por otro lado, un uso excesivo de estos créditos puede diluir la presión sobre los fabricantes para que mejoren de manera sustancial la eficiencia energética de las unidades de combustión interna tradicionales.
En México, la situación es especialmente sensible porque, de acuerdo con la NOM 163 Fase 2, ciertos créditos por la producción de vehículos eléctricos pueden contabilizarse hasta 13.5 veces más en la medición de cumplimiento normativo. Esto implica que una armadora puede compensar con relativa facilidad las emisiones de toda su flota vendiendo una proporción pequeña de vehículos eléctricos o híbridos. De esta forma, la meta de reducir el consumo de combustible y las emisiones de GEI en el parque vehicular de combustión interna puede quedarse corta.
“Los créditos y flexibilidades, aunque diseñados para fomentar tecnologías avanzadas, han reducido la presión para que los fabricantes realicen cambios sustantivos en sus vehículos de combustión interna”, comenta Pineda. Para el ICCT, resulta prioritario revisar y ajustar dichos incentivos para garantizar mejoras reales en eficiencia, más allá del cumplimiento en el papel.
Implicaciones para el mercado automotriz interno
La industria automotriz mexicana ocupa un lugar destacado a nivel global. Es uno de los mayores exportadores de vehículos y un eslabón esencial en la cadena de suministro para Norteamérica. Sin embargo, a nivel interno, la adopción de vehículos eléctricos y otras tecnologías de bajas emisiones continúa rezagada. En 2024, por ejemplo, un porcentaje reducido de las ventas nacionales correspondieron a vehículos eléctricos, la mayoría importados de otros mercados.
El potencial para un mercado robusto de vehículos limpios existe, pero se ve frenado por la falta de infraestructura de carga, la percepción de altos costos y la carencia de políticas integrales que incentiven la transición. La NOM 163 Fase 2 podría convertirse en una palanca para dinamizar el mercado interno si se establecen metas ambiciosas y claras más allá de 2027. Para los fabricantes, una mayor certidumbre regulatoria les permitiría planificar inversiones de largo plazo, adoptar tecnologías más eficientes y reducir paulatinamente la dependencia de los vehículos de combustión interna.
Inversión y competitividad
Otro aspecto clave para los negocios es la competitividad en el mercado global. Países como Estados Unidos, Canadá y algunos europeos avanzan de forma acelerada en la adopción de vehículos eléctricos y en regulaciones cada vez más estrictas para emisiones. Con ello, exigen a los proveedores de autopartes y a los fabricantes estándares de calidad y eficiencia más altos. Si México se queda atrás en su propia regulación, corre el riesgo de volverse menos competitivo en el mediano y largo plazo, al no alinear los procesos de producción y desarrollo tecnológico con las tendencias internacionales.
Además, la presencia de objetivos laxos o de corto alcance regulatorio podría mermar la credibilidad del país frente a la comunidad internacional y ante los inversionistas que buscan territorios con reglas claras y exigentes en materia de sostenibilidad. Según la visión del ICCT, una NOM 163 Fase 2 robustecida, con metas a mayor plazo y con una reducción paulatina de las flexibilidades, podría atraer nuevas oportunidades de inversión en el ámbito de la movilidad y la energía limpia, generando empleos especializados y dinamizando la economía local.
Impacto en las metas climáticas de México
México se ha comprometido a reducir sus emisiones de GEI en un 35% para 2030 y se ha planteado escenarios para que, al menos, la mitad de las ventas de vehículos sean eléctricos durante la próxima década. Aunque la NOM 163 Fase 2 es un paso importante, no abarca un horizonte posterior a 2027, lo que genera incertidumbre sobre la continuidad y rigor de los objetivos. Para el ICCT, integrar metas de largo plazo y revisar las flexibilidades se traduce en un aliciente para una transición más sólida hacia la electromovilidad y la eficiencia energética.
Lograr estas metas no solo tiene implicaciones ambientales, también repercute en la salud pública y en la calidad del aire de las grandes urbes del país. Un mercado de vehículos más eficientes se traduce en reducciones cuantificables de contaminantes y una mejor competitividad. Tal como señala Pineda, “además, una regulación más rigurosa pudiera generar oportunidades de empleos verdes, innovación tecnológica y posicionar a México como líder en tecnologías limpias, atrayendo inversiones y fortaleciendo su competitividad global”.
Hacia un futuro regulatorio más sólido
El llamado desde el ICCT es claro: reducir la excesiva dependencia en las flexibilidades, replantear los multiplicadores de créditos y establecer metas progresivas que se extiendan hasta 2035 o más allá. Con ello, la NOM 163 Fase 2 podría transformarse en un instrumento de política que impulse el mercado interno, reduzca emisiones y fortalezca el papel de la industria automotriz mexicana en la transición global hacia la electromovilidad.
En el corto plazo, resulta crucial fomentar la infraestructura de recarga y ofrecer incentivos económicos y fiscales que hagan más atractivo el cambio a vehículos eléctricos para los consumidores y las empresas de flotillas. También se requiere del compromiso de las armadoras para desarrollar opciones asequibles y de calidad que atiendan al amplio espectro de necesidades de movilidad del país.
Punto de inflexión
La NOM 163 Fase 2 se encuentra en un punto de inflexión. Su puesta en marcha para los modelos 2025-2027 constituye una oportunidad para acelerar la adopción de tecnologías limpias, reducir las emisiones de GEI y mantener la competitividad internacional del sector automotriz mexicano. Sin embargo, tal como advierte Leticia Pineda, la estructura de la norma presenta ciertas “limitaciones” que podrían obstaculizar el cumplimiento de sus objetivos fundamentales.
Un fortalecimiento de la norma, acompañado de políticas integrales de largo plazo, abriría la puerta a un mercado interno de vehículos limpios y a mayores inversiones. De esta manera, México podría no solo cumplir sus compromisos ambientales, sino también consolidarse como un jugador clave en la transición hacia la movilidad del futuro. El desafío radica en encontrar el balance justo: promover la innovación y el desarrollo de tecnologías sin que los mecanismos de flexibilidad diluyan la presión para mejorar la eficiencia energética de toda la flota. Solo así, la NOM 163 Fase 2 podrá contribuir de forma efectiva a las metas climáticas y al crecimiento sostenible del país.
También te puede interesar: Volvo Trucks construirá su planta más grande del mundo en Nuevo Léon